La semana pasada el papa Francisco dejó con la boca abierta a más de uno cuando abrazó simbólicamente a divorciados, homosexuales y a las mujeres que hayan abortado. Para ellos pidió "clemencia" y también pidió que cuando se hable de estos temas se lo haga "en contexto". En esa misma entrevista concedida a la publicación jesuita Civiltà Cattolica, el pontífice argentino fue más allá: "jamás he sido de derecha", había dicho. Ayer Francisco dio otra muestra de "rebeldía" y condenó el sistema económico actual que tiene como "ídolo el dinero". Además, expresó su solidaridad con "los jóvenes desempleados, los que tienen un trabajo precario, los empresarios y comerciantes con problemas para seguir adelante".
"Luchemos todos juntos contra el ídolo dinero, contra un sistema sin ética, injusto, en el que manda el dinero", disparó el Papa argentino durante un encuentro con desocupados y empresarios afectados por la crisis italiana, en la ciudad de Cagliari.
Cagliari es la capital de la región de Cerdeña. En este municipio se venera a la virgen de Bonaria, advocación que dio origen al nombre de Buenos Aires y es por eso que a esta ciudad se la suele considerar "la Buenos Aires italiana". Allí el sumo pontífice aseguró que conoce muy bien la pobreza y los problemas económicos, y se lanzó a contar los padecimientos de su familia al emigrar a la Argentina a principios del siglo XX. "Mi padre partió lleno de sueños y sufrió la crisis del 29. Perdieron todo, no había trabajo. Hablaban de ello, sentí ese sufrimiento, lo conozco bien", aseguró y agregó: "perdónenme por estas duras palabras, pero donde no hay trabajo falta la dignidad".
El Papa manifestó que tiene experiencia en crisis económicas y alentó a los fieles a salir adelante. "Es una realidad que conozco bien por la experiencia que tuve en Argentina. Por ello les digo: íCoraje! Tenemos que encarar este desafío histórico con solidaridad e inteligencia", arengó.
"Eutanasia escondida"
Sin ningún tipo de temor a las posibles críticas de los grupos económicos ni de los "peces gordos" mundiales, el cardenal Jorge Bergoglio, de 77 años, sostuvo: "esto no es un problema de Italia y Europa (...) es la consecuencia de la elección del mundo de un sistema económico que ocasiona esta tragedia, que tiene en el centro a un ídolo que se llama dinero", dijo ante la ovación de la multitud. "Dos generaciones de jóvenes no tienen trabajo, el mundo así no tiene futuro. Para defender ese sistema idólatra, se dejan caer los extremos más débiles, los ancianos, los cuales no tienen un lugar en ese mundo. Se trata de una eutanasia escondida. También caen los jóvenes, que no encuentran su dignidad", fustigó.
Francisco, que como obispo de Buenos Aires se puso del lado de los empleados desocupados en su conflicto con los planes de austeridad del Gobierno, concluyó su improvisado discurso con una oración pidiendo a Dios que "nos dé trabajo y nos enseñe a luchar por el trabajo".
Esta fue la segunda visita apostólica fuera de Roma. La primera fue a la isla de Lampedusa, destino de miles de africanos desesperados y en busca de un futuro que intentan llegar a Europa. Luego del encuentro con desocupados y empresarios en Cagliari, el Papa celebró misa frente al templo dedicado a Nuestra Señora de Bonaria y la ceremonia fue seguida por unos 300.000 fieles, entre ellos numerosos enfermos llevados en camillas.